NOVEDADES

NOVEDADES DEL INSTITUTO SUPERIOR DE LITURGIA DE BARCELONA

AÑO ACADÉMICO 2016-2017

12 septiembre 2016: Inicio del primer semestre. Empiezan las clases.

06 octubre 2016: Inauguración oficial del curso. Día no lectivo.

16 a 27 de enero 2017: Periodo de exámenes.

06 febrero 2017: Inicio del segundo semestre. Empiezan las clases.

02 de junio 2017: Final de curso.

05 a 16 de junio 2017: Periodo de exámenes.

 

† Mons. Pere Tena i Garriga 1928-2014 El pasado día 10 de febrero (2014) descansaba en la paz del Señor nuestro querido obispo, auxiliar emérito de Barcelona, y fundador del Instituto Superior de Liturgia de Barcelona. Su legado teológico en el campo del estudio de la liturgia, así como sus contribuciones para una comprensión pastoral y espiritual de la misma,son un tesoro precioso que deja a las generaciones presentes y futuras. Su personalidad acogedora, cálida, profundamente devota, y el testimonio sacerdotal de su «ars celebrandi» convincente,serán siempre un punto de referencia vital para quienes tuvimos la bendición de conocerle.  El Instituto Superior de Liturgia de Barcelona, con sus autoridades académicas, profesores y estudiantes, da gracias a Dios por el don de la persona de Mons. Tena, y con oración ferviente suplicamos al Señor misericordioso que lo acoja en su seno en la contemplación eterna de su Rostro, en compañía de la Santísima Virgen y de los santos apóstoles de su Hijo.  Barcelona, 11 de febrero del 2014

 

ZS11070501 – 05-07-2011
http://www.zenit.org/article-39826?l=spanish

“La liturgia no admite la ficción: exige siempre la verdad”

Habla el nuevo director del Instituto Superior de Liturgia de Barcelona

BARCELONA, martes 5 de julio de 2011 (Zenit.org)- Es imposible confundir a la liturgia con un código de normas, o una especie de protocolo sagrado, si se la comprende y estudia desde dentro. Lo admite en esta entrevista el nuevo director del Instituto Superior de Liturgia de Barcelona, http://www.cpl.es/ISLB/default.html, el único Instituto Superior de Liturgia que imparte sus clases en castellano, motivo por el cual despierta gran interés en América Latina.

Jaume González i Padrós (Sabadell, 1960), es un sacerdote doctor en Liturgia (Pontificio Ateneo Sant’Anselmo) que afirma que si bien la liturgia es “terreno de los creyentes”, también es una magnífica ocasión para evangelizar.

Padrós es miembro del Centro de Pastoral Litúrgica de Barcelona y Consultor de la Comisión Episcopal de Liturgia de la Conferencia Episcopal Española.

– Cada vez más latinoamericanos vienen a Barcelona para estudiar liturgia. ¿Qué tiene este instituto que lo haga tan atractivo?

González i Padrós: No se puede dudar que la lengua influye, dado que en nuestro Instituto tenemos toda la actividad docente en lengua española, y también la cercanía cultural de las naciones latinoamericanas con España.

Pero, además, hay otro factor, y es la divulgación, activa desde hace muchos años, de las publicaciones del Centro de Pastoral Litúrgica de Barcelona en las Iglesias de América, junto con la presencia de algunos de sus miembros y profesores del Instituto en estas tierras hermanas impartiendo cursos, tanto a sacerdotes y personas de vida consagrada como a laicos.

Otro elemento influye: el subrayado pastoral que desde nuestras aulas damos a los estudios de teología litúrgica. Intentamos hacer una eficaz traducción al momento celebrativo de todos los principios teológicos y espirituales, así como del conocimiento histórico de los libros litúrgicos y de sus implicaciones jurídicas.

La mayoría de nuestros alumnos son pastores de la Iglesia, presbíteros, y su ministerio no sólo está orientado hacia la docencia y la investigación; también la guía de comunidades concretas forma parte de su misión. Por eso agradecen tanto que todo lo estudiado se trabaje cercanamente a la praxis celebrativa.

Todo ello hace que desde América latina se vea el Instituto litúrgico de Barcelona como un referente cercano. Y que, para nosotros, profesores, a los estudiantes de aquellas latitudes los veamos y sintamos muy cerca de nuestras ilusiones y de nuestro trabajo.

– ¿Cómo se afronta desde el instituto la reforma liturgia conciliar, y la aplicación del motu proprio del Papa sobre la cuestión?

González i Padrós: El Concilio Vaticano II afrontó la reforma litúrgica para “acrecentar la vida cristiana entre los fieles, adaptar mejor a las necesidades de nuestro tiempo las instituciones sujetas a cambio, promover todo aquello que pueda contribuir a la unión de cuantos creen en Jesucristo y fortalecer lo que sirve para invitar a todos los hombres al seno de la Iglesia” (Constitución litúrgica, núm. 1).

O sea, el Concilio quiso una reforma y un fomento de la liturgia, o, por decirlo mejor, una reforma de la liturgia para proveer a su fomento, consciente de que ella, la liturgia, es el sujeto más eficaz para una verdadera renovación de las mentalidades, acorde con el Evangelio, y el estímulo de gracia necesario para una vida cristiana verdadera, como nos ha recordado recientemente el Santo Padre.

Pero la tarea propuesta no tenía nada de fácil. De tal manera que, los mismos Padres conciliares, declararon que todo ello no sería posible sin una adecuada educación, empezando por los pastores de almas, quienes deben ser los maestros de todo el pueblo de Dios. He aquí donde aparece la necesidad de centros especializados en el estudio de la liturgia desde parámetros auténticamente teológicos, con seriedad y profundidad. Nuestro Instituto Superior tiene su razón de ser aquí.

Es la traducción histórica de esa voluntad de la Iglesia, movida por el Espíritu Santo, de dar a todos los bautizados la ocasión de entrar en comunión de vida con la Santa Trinidad de Dios.

Por eso, el reto es constante, para nosotros, los profesores de liturgia. Y más, con el paso de los años, cuando el acontecimiento conciliar queda ya lejos de las nuevas generaciones, las cuales, no sólo no vivieron el antes, sino ni siquiera el durante y el postconcilio más inmediato, con sus luces y sus sombras. Para ellos el Vaticano II es algo lejano, a lo que deben acercarse de la mano de alguien que lo conozca bien, dado que sigue afectando a la vida de las Iglesias particulares. Esa mano somos nosotros, los docentes. Y por eso digo que la tarea es de enorme responsabilidad; podemos mostrarles toda la belleza teológica y espiritual de la reforma litúrgica, o bien, si no somos competentes y rigurosos en contenido y método, podemos mal educar y desviar del centro de comprensión.

Por eso, un profesor de liturgia, debe, cada día, invocar el auxilio del Señor, sobre su tarea, suplicando la luz del Espíritu y sus dones.

En cuanto al Motu proprio, Summorum Pontificum, del Papa Benedicto XVI, sobre el uso actual de los libros litúrgicos vigentes hasta el año 1962, a las puertas del Vaticano II, se ha escrito y discutido mucho. El pasado 13 de mayo la Santa Sede publicó, al respecto, la Instrucción Universae Ecclesiae, para regular con precisión lo expresado en el citado documento papal.

Estamos obligados a una lectura atenta de estos textos, para no generar confusión alrededor de esta liberación del uso de los libros anteriores a la reforma conciliar, constituidos como «forma extraordinaria» del Rito Romano.

Una vez más, también aquí, todos, estudiantes, profesores, pastores, debemos hacer un esfuerzo para no caer en el subjetivismo, y comprender la voluntad del Papa en su sentido más concreto, en aras del bien mayor de la comunión eclesial y de la estrecha unidad entre la ley de la oración y la ley de la fe, entre lo que se reza y lo que se cree.

– La liturgia parecería un ámbito estrictamente de interés de los creyentes. Usted ve en la liturgia alguna dimensión de evangelización, de terreno común con los no católicos?

González i Padrós: La liturgia, en efecto, es terreno de los creyentes. Ella tiene la facultad de iniciar a la vida cristiana, a través de los sacramentos primeros (bautismo, confirmación y eucaristía), y de renovar, en los ya iniciados, la gracia para que vivan siempre de Dios y en Dios. Así, pues, hay que pensar en una tarea de anuncio, de evangelización, que debe preceder, en el tiempo, a la práctica litúrgica. La confusión de estas dos etapas se traduce en fracaso de la acción pastoral y frustración en la vivencia litúrgica.

No obstante, también es cierto que, la liturgia, posee una gran fuerza pedagógica y contiene una gran instrucción.. ¡Cuántas personas se han sentido interpeladas en lo hondo de su corazón en el curso de una celebración litúrgica bien realizada!

Otra cosa es el nivel en el que podemos participar juntos, durante las acciones litúrgicas, los católicos y los miembros de otras Iglesias, comunidades o congregaciones cristianas. En el marco de la celebración de la Palabra de Dios sí es factible una notable participación común, pero desgraciadamente  no podemos ir más allá. Hacerlo sería falsear la realidad, mostrando, en la acción litúrgica, una comunión –en la fe objetiva- ficticia.

Y la liturgia no admite la ficción; exige siempre la verdad, en lo que se dice y en lo que se hace.

– ¿Qué es la espiritualidad litúrgica a la que Joseph Ratzinger hacía referencia antes de ser Papa?

González i Padrós: El Papa Benedicto XVI ha tenido siempre, como teólogo, una gran estima por la liturgia. La ha comprendido, desde la fe, con hondura doctrinal, y la conoce bien.

Precisamente por eso, por su trayectoria tan fecunda de estudio e investigación, puede vivir espiritualmente de la liturgia, haciendo de ella no una piedad particular, sino acogiéndola como lo que es, la piedad de la Iglesia, en su sentido más genuino. Es una alegría intelectual muy grande tomar en las manos cualquiera de los libros de Joseph Ratzinger, y leer lo que escribe sobre la liturgia y sus consecuencias para la espiritualidad del cristiano.

Creo que sus reflexiones están en la línea de las páginas que leemos, con gran fruición espiritual, procedentes de los Padres de la Iglesia, aquellos pastores y teólogos de los primeros siglos, de Oriente y de Occidente, y que se caracterizan por su referencia inmediata a la Sagrada Escritura y por la comprensión mistérica de los ritos sacramentales.

– ¿Por qué la liturgia se asocia con severidad, formalidad, normativas…?

González i Padrós: Porque se tiene de ella un conocimiento tópico, meramente práctico, periférico. Quizás, también, porque nunca se ha tenido una experiencia celebrativa de calidad. Sin embargo, es imposible confundir a la liturgia con un código de normas, o una especie de protocolo sagrado, si se la comprende y estudia desde dentro, en campo teológico y en sintonía con la gran tradición de la Iglesia, y si es celebrada con el arte espiritual que exige.

Una de las cosas más gratificantes para un profesor de liturgia es cuando, al acabar un curso, algunos participantes te dicen que, durante esos días, han descubierto la liturgia; que hasta ese día la pensaban como un amasijo de leyes y ritos anticuados, y que ahora lo ven todo distinto, con sentido y perfume espiritual. ¡Ese día te vas a la cama satisfecho y dando muchas gracias a Dios!

A mi siempre me gustó lo que leí en una ocasión del cardenal Bevilacqua, gran amigo de Pablo VI: “La liturgia es agradecida; si la tratas bien, te recompensa con creces”. ¡Cuánta razón tenía! ¡La de veces que lo he experimentado, tanto en el aula como en la iglesia!

Por Miriam Díez i Bosch

 

Jaume González i Padrós, nuevo director del Instituto Superior de Liturgia de Barcelona

«La liturgia quiere ser amada»

«Más que una nueva reforma, necesitamos descubrir la inmensa riqueza de la reforma litúrgica del Vaticano II»

Si no se comprende ni se celebra litúrgicamente, la Iglesia no es la Iglesia

(Samuel Gutiérrez, en Catalunya Cristiana).   -La liturgia como arte. Así concibe Jaume González i Padrós (Sabadell, 1960) la fuente y la cumbre de la vida cristiana. El nuevo director del Instituto Superior de Liturgia de Barcelona es un apasionado del ars celebrandi. Está convencido de que el mundo de hoy tiene sed de buenas celebraciones litúrgicas. Por eso uno de los retos del Instituto no es sólo la formación de buenos liturgistas, sino más bien la formación de buenos liturgos, es decir, ministros capaces de celebrar con arte, desde el equilibrio entre la técnica y la inspiración.

Nombrado recientemente director del Instituto Superior de Liturgia de Barcelona, ¿cuáles son los retos que se marca como prioritarios?

Por un lado, el primer reto sería recoger la antorcha de los predecesores en el Instituto, que han sido el obispo Pere Tena, el profesor Joan Bellavista y el profesor Joan Guiteras, y continuarconsolidando el Instituto tanto en Cataluña como en el resto de España, como en las diócesis de Latinoamérica, desde donde recibimos desde el principio a bastantes estudiantes. Por otro lado, tenemos otro reto muy importante como es hacer más visible el Instituto de Liturgia y conseguir que sea una instancia de reflexión y estudio sobre la liturgia con la que se cuente, no sólo a nivel de docencia sino también de la pastoral litúrgica de las Iglesias locales.

¿Se da hoy un interés creciente de la liturgia en la Iglesia?

En el día a día de las Iglesias yo creo que la liturgia ha sido siempre importante. Y desde la propia reforma del Vaticano II, con todo lo que ha significado de cambio de libros, de ritos, de simplificación… y siguiendo con todo lo que es la aplicación de esta reforma, la liturgia siempre ha estado muy presente en la vida de la Iglesia. De todos modos, hay que reconocer que llevábamos unos años de cierto cansancio. Sin embargo, actualmente, con la aportación, el interés y la atención que presta el papa Benedicto XVI a la liturgia, ésta ha vuelto a estar en la primera fila de los escaparates.

¿También entre los fieles?

Sí, también. La experiencia nos demuestra que cuando en una asamblea se celebra bien, aquellas personas hacen una auténtica experiencia de Dios y disfrutan, en el sentido más noble de la palabra, de la oración de la Iglesia.

Un buen ejemplo de esto es la dedicación de la Sagrada Familia, seguida con fascinación por millones de personas, creyentes y no creyentes, en todo el mundo…

Fue una celebración que impactó mucho litúrgicamente. Sin embargo, era previsible que la liturgia de la dedicación de una iglesia, y más todavía si es presidida por el Santo Padre y en la Sagrada Familia, sería una celebración muy exitosa, muy elocuente, muy gráfica…, y muy televisiva. Me acuerdo también de otra celebración que impactó mucho litúrgicamente, como la celebración de lasexequias del papa Juan Pablo II. La imagen del libro sobre el féretro mientras el viento pasaba las hojas es inolvidable. Todo aquello tuvo un gran impacto. Ahora bien, una cosa es una celebración que puede ser muy vistosa, como pueden ser las grandes celebraciones como éstas, y otra es la celebración cotidiana o dominical de nuestras parroquias. Donde se juega realmente la calidad de la liturgia es en este segundo ámbito. Porque no tiene nada de extraordinario. En este contexto, cuando una comunidad puede hacer una experiencia de comunión con Dios auténtica y desde Dios con los hermanos, esto es magnífico. Y esto ocurre en los lugares donde se celebra bien.

¿Hay recetas para celebrar bien?

      Celebrar litúrgicamente es un arte, no es ni pura técnica ni mera inspiración. Como todo arte, exige técnica e inspiración. La técnica vendría por el conocimiento de los libros litúrgicos y por la formación del liturgo. Ésta es la labor propia de los institutos superiores de liturgia, como el nuestro, que tienen como objetivo capital la transmisión de la técnica de este arte a través del profundo estudio de los libros, de la teología, de la espiritualidad… Por otro lado, también se intenta comunicar un cierto espíritu, porque no sólo formamos a liturgistas, sino a liturgos. No sólo formamos a personas que saben de liturgia, sino a personas que celebran litúrgicamente con arte.

¿Qué tiene el Instituto para que se haya convertido en un centro de referencia a escala internacional?

Precisamente en este 2011 cumpliremos el 25º aniversario desde que fue erigido el Instituto Superior de Liturgia. Veinticinco años son unos cuantos años estando en la plaza pública del estudio litúrgico. Hemos tenido unos buenos representantes, especialmente dentro del mundo hispánico, tanto en relación a profesores como a publicaciones. Yo destacaría las revistas Phase y Liturgia y Espiritualidad, publicaciones del Centro de Pastoral Litúrgica de Barcelona, donde también está integrado el Instituto, con una notable incidencia en todo el mundo. Todo esto ha favorecido que el Instituto sea un referente a nivel internacional.

¿Cuál es hoy el estado de la liturgia en nuestras Iglesias diocesanas?

Yo definiría el estado actual como de una cierta expectación. Por un lado, me parece que actualmente hay un cierto cansancio de experiencias pretendidamente litúrgicas, pero que no lo son, y que realmente estaban al margen de la liturgia. Por otro, percibo una notable sed de buenas celebraciones litúrgicas, especialmente entre los bautizados más jóvenes. Cuando se celebra con arte, con un equilibrio entre técnica e inspiración, la respuesta suele ser muy buena, de agradecimiento y de auténtico confort e iluminación espiritual.

Sin embargo, ¿se puede dar el riesgo de quedarse sólo en la forma?

Por supuesto, siempre se da el riesgo de quedarnos quizás sólo en la técnica, pero también simplemente interesarnos por la inspiración. En la liturgia no podemos separar la ritualidad del contenido teológico. Los riesgos de hoy, como los de siempre, son quedarnos sólo en el exterior arrinconando la dimensión teológica. Por eso uno de los principales intereses del Instituto Superior de Liturgia de Barcelona es la fundamentación teológica.

Otro tema a tener en cuenta, sobre todo a raíz del Vaticano II, es el de la participación de los fieles.

Desde hace unos años nos estamos preguntando con un mayor interés qué significa participar, y en concreto participación activa. Estamos descubriendo que también en eso ha habido y hay reduccionismos. La participación en la liturgia no se puede confundir con la intervención ministerial. Una cosa es intervenir ministerialmente, como lector, como acólito, como sacerdote, y otra cosa es participar. Participar litúrgicamente tiene mucho y mucho que ver con una actitud de deseo de Dios y de comunión con Dios y no tanto con una actitud de protagonismos diversos.

¿La revitalización de nuestras Iglesias pasa necesariamente por una revitalización de la liturgia?

Estoy convencido de ello. Si no se comprende ni se celebra litúrgicamente, la Iglesia no es la Iglesia. El cristiano nace de la liturgia y la vida cristiana crece bebiendo de la fuente de la liturgia. El Vaticano II lo resume perfectamente con esta expresión que se ha hecho tan famosa: «La liturgia es la cumbre hacia donde tiende toda la actividad de la Iglesia y la fuente de donde brota toda su fuerza.»

Hay voces que hablan de la necesidad de una nueva reforma litúrgica…

Más que una nueva reforma, lo que necesitamos es descubrir la inmensa riqueza de vida cristiana y espiritual que tenemos en la reforma litúrgica del Vaticano II. Yo no sé qué nos ha pasado pero todavía no hemos terminado de descubrirla enteramente.

Benedicto XVI, citando a Dostoievski, afirma que sólo la belleza cambiará el mundo… ¿Esto también incluye la liturgia?

      Es esencial que la liturgia sea bella. La liturgia ha de reflejar la belleza de Dios. No puede ser de otra manera. De todos modos, me gustaría dejar claro que belleza no significa lujo ni ostentación. La belleza puede ser de una sobriedad enorme, y sin embargo una belleza magnífica. El Concilio Vaticano II adoptó una expresión para indicarnos cómo tenía que ser todo lo que rodeara a la liturgia: «Noble simplicidad.» Con la unión de estos dos conceptos nos hace comprender que no estamos haciendo apología de la vulgaridad, ni tampoco de la ostentación o el abarrocamiento.

¿Qué opina de este interés creciente por la liturgia que tiene lugar en el seno de los nuevos movimientos y comunidades laicales?

Desde la admiración por todos estos movimientos y realidades, por todo lo que hacen de evangelización y redescubrimiento de la vida espiritual, me parece que a veces uno de sus problemas en relación a la liturgia viene precisamente de una afición no terminada de pulir teológicamente. Tengo la sensación de que hay una cierta instrumentalización de la liturgia. El Vaticano II nos dice que la liturgia es acción sagrada por excelencia y no hay ninguna otra actividad en la Iglesia que se le pueda igualar. Por tanto, hacer un uso instrumental de la liturgia, ni aunque sea en orden a la evangelización o vida pastoral, es errar el tiro. La liturgia no quiere ser utilizada, la liturgia quiere ser amada. Y cuando alguien no se dirige a la liturgia por un interés utilitarista, sin buscar nada más de lo que se encuentra en la liturgia, es que Dios en su Trinidad, realmente encuentra todo lo que la liturgia le quiere dar, que es infinito.

En Occidente hoy se vive una cierta fascinación por Oriente, especialmente por su liturgia, invariable durante siglos. A su lado, la liturgia romana parece un poco raquítica…

Ciertamente la liturgia romana no es tan exuberante ritualmente como otras expresiones litúrgicas de familias orientales. El genio romano no es el genio bizantino, por ejemplo. Pero si celebramos bien con nuestro rito romano, con competencia, técnica e inspiración, también podemos hacer una buena experiencia de Dios. No necesitaríamos ir a otras familias, y familias lejanas culturalmente. Es verdad que la liturgia romana es sobria, pero no es anoréxica. La liturgia romana tiene vitalidad, el problema es que esta vitalidad no siempre se pone en acto litúrgicamente.